La primera transmisión del budismo al Tíbet fue iniciada por una serie de monarcas que reinaron a la altura de su prestigio e influencia — en los siglos VII, VIII y IX —. El Rey Songtsen Gampo fue el primero de estos dirigentes.
Aparte de construir numerosos templos budistas, Songtsen Gampo estableció vínculos con las culturas budistas que estaban cerca de las fronteras del Tíbet, a través de sus matrimonios con princesas de China y de Nepal. Probablemente, el desarrollo más importante durante su reinado fue la creación del alfabeto tibetano.
A mitad del siglo VII, el rey envió a uno de sus ministros, Tönmi Sambhota, a la India a estudiar sánscrito. El sistema de alfabeto creado por Sambhota permitió posteriormente la traducción completa del canon budista al tibetano, y también sirvió para superar la brecha geográfica y cultural que existía en el Tíbet en ese periodo.
A pesar de que a menudo le otorgan a Songtsen Gampo el crédito de iniciar el proceso de traer el budismo al Tíbet, las enseñanzas del Buda realmente se enraizaron en el suelo tibetano durante el reinado de su descendiente, el Rey Trisong Deutsen.
El Rey Trisong Deutsen, gobernó el país en los siglos VII – IX, y extendió considerablemente el territorio tibetano con feroces campañas militares, y asumió la ardua tarea de construir un importante centro monástico, al traducir el canon budista e invitar a maestros de la India para transmitir las enseñanzas del Buda.
El rey también invitó de la India al abad Shantarakshita y al adepto tántrico Padmasambhava. Juntos, estos dos maestros trabajaron bajo el patrocinio del rey para establecer Samgye, el primer monasterio tibetano.
Más tarde, el Rey Ralpache, nieto de Trisong Deutsen y el tercero de los tres “reyes tibetanos del Dharma”, continuó su trabajo. Estos monarcas, junto con muchos otros eruditos y traductores, inauguraron una tradición de estudio y práctica budistas que continúa hasta nuestros días.
Después de este florecimiento de la actividad budista durante los siglos VII a IX, la difusión del budismo encontró grandes dificultades a manos de Langdarma, el hermano del Rey Ralpachen. Langdarma se opuso tajantemente a la difusión del Budismo, pues lo consideraba una amenaza para la tradición nativa, Bön. Durante su corto reinado, Lagndarma trabajó para deshacer los esfuerzos de sus predecesores. Su persecución violenta desmanteló la comunidad de monjes y monjas ordenados –casi destruyendo la recién creada comunidad budista tibetana– y sumergiendo al país en un periodo de fragmentación política y cultural.
Sin embargo, el budismo no fue completamente eliminado durante este periodo oscuro. Mientras Langdarma y sus colegas mermaron la mayor parte de la comunidad monástica, unos pocos escaparon a Amdo, al noreste del Tíbet, donde preservaron el linaje de la ordenación monástica. La comunidad laica de practicantes también pudo sobrevivir y muchos linajes tántricos que fueron transmitidos por Padmasambhava y otros maestros continuaron enseñándose y practicándose en secreto. A pesar de la gran conmoción que tuvo lugar en el siglo IX, el trabajo de Songtsen Gampo, Trisong Deutsen y Ralpachen, causó un gran impacto en el Tíbet. Los linajes que permanecen desde esta primera propagación del budismo en el Tíbet se conocen como Nyingma o escuela antigua.
La tradición Nyingma sostiene enseñanzas únicas que no son encontradas en otros linajes del budismo tibetano. Entre las distintas enseñanzas están: El Tantra de la Esencia Secreta y la Gran Perfección. En la escuela Nyingma el Tantra de la Esencia Secreta es reconocido como el trabajo más significativo del tantra budista, una forma de práctica espiritual que hace énfasis en usar todas las facetas de la vida como caminos para el despertar. Las enseñanzas de este texto presentan los principios básicos de la práctica tántrica.
A pesar del reconocimiento que tiene el Tantra de la Esencia Secreta, la Gran Perfección o Dzogchen es el distintivo del linaje Nyingma. El término “gran perfección” puede referirse tanto a la naturaleza fundamental de la realidad, como al estado de la budeidad; aunque alude de forma más común al continuo desarrollo de las instrucciones espirituales y al linaje de los seres iluminados que han logrado la maestría en estas enseñanzas y las han transmitido a través de los años. Esta aproximación radical y directa apunta a la naturaleza fundamental de la mente pura y luminosa. De acuerdo con estas enseñanzas, la iluminación no es una meta lejana para la cual hay que esforzarse, sino que es una realidad inmanente que debe ser reconocida en el momento presente. Los esfuerzos y planes sólo sirven para oscurecer la verdadera naturaleza de la mente. Sin embargo, una vez que esta mente ha sido reconocida, los problemas y las negatividades se disuelven automáticamente, dejando el espacio abierto de la conciencia pura donde las cualidades de la iluminación se despliegan espontáneamente.